Primer trimestre

La democracia como forma de gobierno.

“La democracia es el peor sistema de gobierno, excepto por todos los demás.” Winston Churchill A lo largo de la historia han existido diversas formas de gobierno, tal es el caso de la monarquía y la aristocracia, considerados como regímenes autoritarios que se caracterizan por concentrar el poder en manos de unos cuantos y privilegiar a un sector limitado; fue hasta la aparición de la democracia en Atenas, cuando surge la posibilidad de un régimen político pluralista, el cual se basa en la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones, la igualdad ante la ley y la deliberación pública. La palabra “democracia” proviene del griego “demos” que significa “pueblo” y “kratos” que se significa “gobierno” o “poder”; de ahí que comúnmente se defina a la democracia como el poder del pueblo o el gobierno del pueblo. En ese sentido, la democracia es concebida como un sistema de gobierno donde el poder se encuentra en manos del pueblo, por lo que presupone la existencia de elecciones libres y justas con la finalidad de que los ciudadanos puedan elegir la mejor opción respecto a quienes serán sus representantes políticos. En nuestro país fue hasta la Revolución Mexicana y la promulgación de la Constitución de 1917, cuando se logró modificar la forma de gobierno, ya que durante muchos años estuvimos bajo el mandato de sistemas autoritarios; la Constitución es el documento en el cual se establecieron por primera vez los principios de la democracia y los derechos civiles. Sin embargo, durante muchos años la democracia se vio limitada por el dominio político y autoritario de un mismo partido político, pues a pesar de la celebración de elecciones, lo cierto era que no existía una competencia plural partidaria. Fue durante el trayecto de los años comprendidos entre 1980 y 1990 que se llevó a cabo la transición del cambio en el poder en México, mediante la elección de presidentes de diversos partidos, logrando con ello la materialización de una democracia multipartidista, con elecciones legítimas y con una mayor participación ciudadana. Como podemos observar, la democracia no es estática sino todo lo contrario, se encuentra en constante evolución por lo que requiere de una actualización y compromiso constante por parte de la sociedad y de los líderes políticos para adaptarse a las problemáticas y retos que surgen en el día a día con la finalidad de poder mantenerla viva y nutrida sin que pierda su esencia natural. A pesar de que la democracia es dinámica, debe contener principios básicos y fundamentales para que pueda funcionar, los cuales son esenciales para su efectividad y legitimidad, tales como: Estado de derecho: para una convivencia pacífica y respetuosa debe existir un marco legal y constitucional en el que todas las personas estén sujetas a las mimas leyes y normas, lo que garantiza tanto la protección de los derechos humanos y las libertades individuales; así como también que las decisiones del gobierno estén basadas en procedimientos establecidos. Igualdad y libertad: todos los ciudadanos cuentan con el mismo derecho a participar en los procesos políticos, sin importar género, raza, religión u otras características personales; asimismo todos los ciudadanos tienen la libertad de expresar sus opiniones, asociarse libremente, protestar pacíficamente y tomar decisiones informadas. Soberanía popular: el poder emana del pueblo, y los líderes políticos únicamente podrán ser elegidos mediante votación popular a través de la realización de elecciones periódicas y competitivas. Pluralismo político: deben existir diversos partidos y grupos políticos con la finalidad de que exista competencia política y diversidad de ideologías, propuestas y soluciones; lo que permitirá que la ciudadanía pueda elegir de manera informada entre varias opciones. Participación ciudadana: es un derecho y una responsabilidad por parte de los ciudadanos que a través del voto y la expresión de su opinión, intereses y valores decidan el rumbo político del país; jugando un papel primordial la educación cívica como el acceso a la información, al ser herramientas claves para que se pueda llevar a cabo una participación activa y consciente. Dialogo abierto y tolerancia: el respeto a la diversidad de opiniones es lo que posibilitará la construcción de una sociedad más inclusiva y cohesionada. Rendición de cuentas: los representantes políticos tienen la obligación de informar a la ciudadanía sus acciones y decisiones; así como de asumir y enfrentar las consecuencias en caso de incumplir con sus responsabilidades; la rendición de cuentas genera confianza en el sistema y a su vez previene el abuso de poder y la corrupción. Gobierno eficaz y justo: debe existir una eficiente respuesta a las necesidades y demandas de la población, y que en todo momento se promueva la justicia social y económica. Se dice que el fin último de la democracia consiste en lograr una sociedad justa, equitativa y libre; lo que implica que para que la democracia efectivamente alcance sus objetivos se necesita primeramente garantizar y proteger todos y cada uno de los derechos humanos; en segundo término erradicar la desigualdad social y económica; y por último que en todo momento impere un estado de la estabilidad, armonía y paz. En México la democracia ha tenido ciertos avances, dentro de los cuales podemos mencionar que hoy en día existe una mayor protección a los derechos humanos; contamos con más alternancia en el poder; existe mayor diversidad de partidos políticos lo que ha originado el incremento de la participación ciudadana en los procesos electorales; se ha fortalecido la transparencia, la rendición de cuentas y la equidad en las elecciones gracias a las diversas reformas en materia electoral y se han implementado medidas para promover la participación política de las mujeres. No obstante lo anterior, aún enfrentamos grandes retos y desafíos que impiden que la democracia se consolide y materialice plenamente; por un lado la corrupción y la impunidad han sido un problema que genera desconfianza en el sistema y que debilita la credibilidad de las instituciones y de los actores políticos; la desigualdad social y económica que persiste y que no se ha logrado reducir; la violencia y la inseguridad

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La participación ciudadana en la democracia.

La participación ciudadana en la democracia. La democracia como forma de gobierno, le otorga el poder al pueblo para elegir y controlar a sus gobernantes; en ese contexto la participación ciudadana es uno de los elementos fundamentales para la construcción y el buen funcionamiento de la misma; es pieza clave para garantizar un gobierno representativo, al ser la vía a través de la cual el gobierno puede conocer y en consecuencia representar la voluntad, los intereses y las necesidades de la ciudadanía. Es la oportunidad ideal a la que tienen derecho los ciudadanos para hacer valer su voz e influir en la toma de decisiones gubernamentales, promoviendo que los individuos se involucren activamente en la vida política y social del país. La participación ciudadana debe ser inclusiva, respetado en todo momento la diversidad, pues busca que el mayor número de personas participe, con independencia del género, estudios, valores, ideales, religión, etnia, estatus social y orientación política, lo que permite que todas las voces, perspectivas e ideologías sean tomadas en cuenta en la toma de decisiones y lo que a su vez coadyuva a que el gobierno adquiriera mayor legitimidad. Algunas de las razones del porque la participación ciudadana es importante y esencial para consolidar la democracia, son: Fortalece y enriquece la legitimidad democrática, al asegurar que el gobierno efectivamente represente los intereses de la población. Contribuye a la formulación e implementación de políticas públicas más efectivas, justas y equitativas; las cuales deberán abordar las problemáticas sociales, económicas y políticas, buscando en todo momento mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Compromete a los funcionarios a proporcionar información clara y accesible sobre sus acciones y políticas, transparentando su actuar y dando lugar al acceso a la información en todo momento. Obliga a los funcionarios públicos y a las autoridades a la rendición de cuentas, fomentando así la responsabilidad en su actuar. Permite que los ciudadanos supervisen y controlen las acciones del gobierno y de sus representantes para corroborar que actúan de manera ética, transparente y conforme al interés público, por lo que a su vez previene la corrupción y reduce la posibilidad del abuso de poder. Aporta nuevas ideas y perspectivas a los procesos políticos, contribuyendo a una democracia más dinámica, evolutiva y flexible, capaz de adaptarse a los cambios y desafíos sociales. La forma más conocida de participación ciudadana es asistir a las urnas a ejercer el derecho al voto, sin embargo existen diversas vías, las cuales se pueden incorporar como parte de un estilo de vida, tales como: Adquirir el compromiso de votar en las elecciones de los procesos electorales así como de las consultas populares, de una forma “consciente y estudiada”. Aplicar en todas las interacciones sociales los valores democráticos como el dialogo y la tolerancia, así como respetar en todo momento los derechos humanos especialmente de los grupos vulnerables y marginados. Inculcar en las niñas y los niños, una cultura cívica para que desde temprana edad comprendan el funcionamiento nuestro país. Informarse, investigar y mantener un acercamiento continuo en los asuntos políticos, económicos, sociales y culturales del país, especialmente dar seguimiento a las acciones políticas de los representantes. Hacer un uso consiente, ético y responsable de las redes sociales y de los medios digitales; los cuales hoy en día son una herramienta de intercambio de ideas, libertad de expresión, empoderamiento de la ciudadanía y acceso a la información pública. Participar de manera pacífica y respetuosa en los movimientos sociales y de protesta, comprendiendo la causa y los objetivos para que la intervención sea de una forma consciente y enfocada al bien común. Denunciar cualquier caso de corrupción y exigir en todo momento la transparencia, el acceso a la información y la rendición de cuentas a las autoridades y actores políticos. Unirse a organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil que defiendan causas importantes y de interés público dentro de la comunidad. Ser ciudadanos comprometidos, responsables y éticos dando cumplimiento a las leyes. Abogar por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la política y la sociedad. Como podemos observar, la participación ciudadana se vincula estrechamente con el derecho al voto, la libertad de expresión y la libertad de asociación; en su conjunto todos estos derechos fortalecen la democracia del país al brindar la facultad y el poder a los ciudadanos para influir en la vida política y pública; sin la existencia de ellos la democracia estaría muy restringida. A modo de conclusión podemos señalar que gracias a la participación ciudadana el gobierno crea una conexión con la ciudadanía, siendo un canal de comunicación que se debe nutrir permanentemente; por un lado la población comparte sus intereses, opiniones, preocupaciones y necesidades; y por el otro el gobierno las conoce, las integra y las comprende para poder tomar decisiones públicas que satisfagan los intereses de la población; lo que deja en evidencia que para que exista y funcione la participación ciudadana, es tarea y obligación de ambas partes; sin embargo los ciudadanos se deben comprometer y tener la voluntad de involucrarse activamente para trabajar de la mano con el gobierno y que éste pueda ser más representativo, legítimo y efectivo. Desafortunadamente cuando la participación ciudadana es reducida, la formulación de políticas públicas es desproporcionada, favoreciendo únicamente a un pequeño sector de la población en lugar de beneficiar a la diversidad social, lo que se convierte en un círculo vicioso que genera apatía política y falta de confianza en las instituciones gubernamentales, pues al no cumplirse con las demandas sociales desencadena mayores conflictos, protestas y movimientos sociales. De ahí que cada ciudadano debe tomar conciencia del poder que tiene su voz y de la capacidad que posee para influir en la política y en la gobernanza, se debe trabajar en colaboración con el gobierno, específicamente en la identificación de las necesidades y en las posibles alternativas de resolución a las problemáticas a las que se enfrenta la sociedad. Fomentar la participación ciudadana es esencial para el funcionamiento saludable y la consolidación de la

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Los jóvenes y su percepción de la democracia.

  La juventud es una etapa de crecimiento y desarrollo, donde se adquieren habilidades, valores y conocimientos que determinan la personalidad; es un periodo donde se fortalece la identidad, se genera un sentido de pertenencia y se asume el rol que se desempeñará dentro de la sociedad. Según las Naciones Unidas los jóvenes son aquellas personas con edades comprendidas entre los 15 y 24 años; por su parte la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, establece que toda persona entre los 12 a los 29 años es considerada como un joven; no obstante de conformidad con nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual es la máxima ley que rige nuestro país, es a partir de los 18 años cuando legítimamente los jóvenes pueden ejercer sus derechos políticos, es decir es cuando pueden participar activamente en las decisiones del país a través del voto y también es el momento en que adquieren ciertas obligaciones y responsabilidades ciudadanas. Independientemente de que sea hasta los 18 años el momento de una participación activa en la vida política del país, resulta transcendental que desde la infancia se inculque una cultura cívica, que las niñas y los niños desarrollen habilidades de comprensión de su entorno y del sistema político al que pertenecen; que adquieran la facultad de expresar abiertamente sus ideas, respetar la ideología de los otros, y que practiquen de manera orgánica y cotidiana valores como la justicia, la igualdad, la tolerancia, la inclusión, la fraternidad y el pluralismo, por mencionar algunos. En ese sentido, los jóvenes juegan un papel fundamental dentro de la construcción de la sociedad, al ser los personajes que en el futuro tomarán las decisiones y guiarán el destino de la nación, son los que le darán continuidad a los retos y desafíos sociales, y en sus manos se encuentra la valiosa oportunidad de contribuir en el desarrollo, progreso y bienestar del país. Existe una amplia diversidad de ideologías, creencias, perspectivas, opiniones, culturas y experiencias entre los jóvenes; su dinamismo y pluralidad, puede contribuir y generar cambios positivos en diversos ámbitos de la vida, como la economía, la política, la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura; sin embargo es un sector de la población que debe estar bien encaminado, por lo que es primordial que accedan y cuenten con una educación integral, que les permita cultivar una serie de habilidades fundamentales, como la capacidad de pensar de forma crítica, la habilidad de comunicarse de manera objetiva y efectiva, la destreza en la toma de decisiones y la aptitud para resolver problemas de manera efectiva y pacífica; asimismo los jóvenes en su vida cotidiana deberían aplicar y accionar de manera orgánica y auténtica valores como el respeto, justicia, igualdad, libertad, tolerancia, solidaridad, la comprensión del pluralismo y la diversidad; pues el conjunto de todas estas habilidades y herramientas les permitirá lograr una participación activa con un dialogo informado y un compromiso responsable dentro de las cuestiones que involucran al país. En México la forma de organización del Estado se basa en un régimen democrático, el cual tiene como finalidad primordial evitar la concentración y el abuso del poder; el concepto de democracia también hace referencia al poder y a la autonomía con la que cuenta el pueblo para elegir y controlar a sus gobernantes, lo que presupone la existencia de partidos políticos capaces de expresar y representar los intereses y opiniones de los integrantes de la comunidad así como la celebración de elecciones populares. Hoy en día el concepto de democracia ha evolucionado y se ha ampliado, al enfocarse y velar por el respeto, garantía y reconocimiento de todos los derechos humanos, los cuales son considerados la base de la democracia moderna, por lo que en la actualidad cuando hablamos de democracia también nos referimos a conceptos como igualdad, pluralidad y participación. Bajo esa premisa, la participación activa y la representación equitativa de los jóvenes en la vida cívica y política del país es pieza clave para lograr la construcción de una democracia saludable, renovada y dinámica, la meta consiste en que la mayor diversidad de jóvenes vote en los procesos electorales y que a su vez muestren interés y disposición para postularse en los cargos públicos, garantizando así que su voz sea escuchada, al exponer sus intereses, inquietudes y problemáticas; haciendo más enriquecedor el debate político y en especial que sean tomados en cuenta en la toma de decisiones; no obstante la percepción que actualmente tienen los jóvenes respecto a la democracia ha sido un tema de constante debate, pues existen diversos puntos de vista al respecto. Debemos empezar por reconocer que ante la diversidad de individuos y de generaciones que existen entre los propios jóvenes, ha dado lugar a que prevalezcan diversas percepciones respecto a la democracia; por mencionar algunos ejemplos, nos encontramos con jóvenes que no entienden el sistema político y les resulta complicado; otros a los que definitivamente no les interesa el tema al no ser relevante en su vida; quienes perciben a la democracia como una meta inalcanzable; así como aquellos que la rechazan por no coincidir con sus objetivos personales o por tener ideologías diferentes a la de los partidos políticos; originando que cierto sector de la juventud perciba a la democracia con indiferencia y por lo mismo no participe ni se involucre en la misma. No obstante lo anterior, podemos identificar dos posturas muy marcadas y polarizadas; por una parte, para muchos jóvenes mexicanos la democracia es concebida como un concepto positivo pero sin dejar de ser un ideal, sin embargo eligen y deciden involucrarse y participar motivados por la esperanza de que algún día todos los ciudadanos accederán a un estado de derecho donde predominará la igualdad de derechos y oportunidades. Por otro lado, nos encontramos con la postura de aquellos jóvenes que definitivamente desconfían y no tienen fe en la democracia, creando así cierta apatía respecto de los temas políticos y en consecuencia una nula participación; este sector de jóvenes considera que los resultados electorales

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