LA COMUNICACIÓN SOCIAL COMO HERRAMIENTA DEMOCRÁTICA
La comunicación social se refiere a un proceso mediante el cual se intercambia información y se comparten mensajes dentro de una sociedad o comunidad con el objetivo de informar, persuadir, educar, entretener, movilizar o influir en la opinión pública. Este proceso involucra la difusión de mensajes a través de diversos medios y canales de comunicación, como medios de comunicación tradicionales, medios digitales, redes sociales, publicaciones impresas, radio, televisión, y otros.
La comunicación social puede abarcar una amplia variedad de temas y propósitos, desde informar sobre asuntos de interés público, promover campañas de concienciación social, fomentar la participación ciudadana en la política, hasta proporcionar entretenimiento o servir como medio para la expresión artística.
La comunicación social es una herramienta fundamental en cualquier sociedad democrática, ya que desempeña un papel crucial en la promoción de la participación ciudadana, la rendición de cuentas, la toma de decisiones informadas y la protección de los derechos fundamentales. Aquí se exploran algunas de las formas en que la comunicación social se convierte en una herramienta democrática:
- Facilita el acceso a la información.
La comunicación social proporciona a los ciudadanos acceso a información relevante sobre asuntos públicos, políticos y gubernamentales. Esto les permite estar informados sobre las acciones de sus representantes y las políticas públicas, lo que es esencial para tomar decisiones informadas en el proceso electoral.
- Fomenta la participación ciudadana.
Una sociedad democrática saludable se basa en la participación de los ciudadanos. La comunicación social, a través de medios de comunicación, redes sociales y otros canales, facilita la interacción y el compromiso de los ciudadanos en cuestiones políticas y sociales, lo que fortalece la democracia.
- Promueve la transparencia y la rendición de cuentas.
La comunicación social actúa como un mecanismo de supervisión al exponer y denunciar la corrupción, el abuso de poder y otras irregularidades gubernamentales. Esto crea un entorno en el que los funcionarios públicos se sienten responsables de sus acciones y decisiones.
- Facilita el debate y el pluralismo de ideas.
En una democracia, la diversidad de opiniones y perspectivas es esencial. La comunicación social proporciona un espacio para el debate y la discusión pública, lo que enriquece el proceso democrático al considerar diferentes puntos de vista y soluciones a los problemas.
- Protege la libertad de expresión.
La libertad de expresión es un derecho fundamental en una sociedad democrática. La comunicación social, cuando es libre e independiente, actúa como un defensor de este derecho, permitiendo que los ciudadanos expresen sus opiniones y críticas sin temor a represalias.
- Informa sobre el proceso electoral.
Durante las elecciones, la comunicación social desempeña un papel crucial al informar sobre los candidatos, las plataformas políticas y los procedimientos electorales. Esto ayuda a los votantes a tomar decisiones informadas y a participar activamente en el proceso electoral.
- Vigila la conducta política y electoral.
Los medios de comunicación y otros actores de la comunicación social juegan un papel importante en la vigilancia de las elecciones y la denuncia de irregularidades. Esto contribuye a la integridad de los procesos electorales al asegurar que se respeten las normas y los principios democráticos.
- Fomenta la responsabilidad de los medios de comunicación.
En una democracia, los medios de comunicación tienen la responsabilidad de informar de manera precisa y equilibrada. La sociedad civil y las organizaciones de medios de comunicación desempeñan un papel en la supervisión y la promoción de la responsabilidad mediática.
Siguiendo la lógica de la relación comunicación/participación, entenderemos que en la medida que dichos canales, procesos y criterios sean aceptados por la ciudadanía, ésta se hará parte de los procesos institucionales orientados a la promoción de la participación ciudadana, ya sea en el ámbito de la deliberación pública, en el desarrollo de una comunicación vertical o en la búsqueda de la transmisión efectiva de las demandas ciudadanas.
En contraste con la lógica recién expuesta, se puede observar que la distinción actual de la Administración Pública es la de un Gobierno no participativo, o por lo menos con una comunicación fundada en un diálogo ex post, es decir, más informativo que consultivo.
Las principales características de la Administración Pública incluyen la centralización, el control, la ausencia de distribución de categorías enteras de información, la existencia de barreras al acceso y la baja participación ciudadana. Además, el actual régimen de gobierno es fuertemente presidencialista representativo, basado en los criterios subjetivos de unos pocos por sobre la voluntad ciudadana. Todo esto en nombre de la voluntad soberana.
En síntesis, podemos afirmar que la voz de la Sociedad Civil es escuchada poco por el Gobierno, y que la enorme energía potencial de la Administración Pública, la cual constituye gran parte de la razón de ser del Gobierno, es desperdiciada. Estos problemas son los que la Administración Pública debe contribuir a aminorar y/o resolver. Evidentemente, es necesario cambiar radicalmente el tipo de relación entre Gobierno y Ciudadanos, a fin de crear los mecanismos y canales atractivos para el ciudadano, y con ello, ir en busca del potencial participativo del ciudadano moderno.
Para ello, es imprescindible cambiar primero la estructura y el funcionamiento de la Administración Pública que determinan esa relación conflictiva. Lo expuesto involucra dos componentes esenciales:
- Proceder a realizar un análisis crítico de la estructura, el funcionamiento general y las actividades específicas de la Administración Pública con el propósito de establecer todos y cada uno de los cambios necesarios para hacerla más abierta, participativa, democrática y eficiente.
- Modificar los sistemas y procesos de información y comunicación entre el Gobierno y la Ciudadanía. En este sentido, si la información en la actualidad es vista como un objeto a controlar porque da poder, en el futuro deberá ser vista como un recurso a utilizar porque habilita la participación ciudadana, racionaliza los recursos y facilita la mejor solución de problemas y necesidades colectivas.
Respecto a la problematización de la relación gobierno/participación/comunicación y a los componentes que de ella se desprenden, el desafío de la Administración Pública radicará entonces, primeramente, en contemplar una comunicación de doble vía, la cual enfatice tanto la importancia de la comunicación ciudadano‐gobierno, como la comunicación gobierno‐ciudadano. Por lo tanto, establecer una comunicación dialogística a diferencia de la comunicación unidireccional que involucra a los ciudadanos como sujetos pasivos en esta lógica comunicacional.
Sin embargo, la comunicación será de múltiples vías, vinculando dialogísticamente no sólo al Gobierno y la Ciudadanía sino también a los diversos grupos, sectores y organizaciones sociales que conforman una ciudadanía activa. De lo anterior, se puede desprender la necesidad del fortalecimiento de un Modelo de Gobernanza, en donde se establezcan relaciones cooperativas entre el Gobierno y los Ciudadanos, y donde se produzca una relación sinérgica entre ellos a través de un proceso de comunicación, en donde las instituciones provean de mecanismos de consulta, diálogo e información, y al mismo tiempo los ciudadanos ‐ suponiendo la preexistencia de un republicanismo cívico ‐ sean parte de este proceso como beneficiarios últimos.
Si la comunicación actual es predominantemente vertical, obedeciendo a un modelo jerárquico y relacionado con nociones de control, a partir de ahora deberá ser horizontal, reflejando un modelo con equilibrio de funciones, y relacionado con nociones de acceso, participación y responsabilidad. Si la comunicación es meramente informativa deberá transformarse en una comunicación participativa y dialógica.
Igualmente, que, si la comunicación se da a través de canales cerrados, tales como medios de difusión gubernamentales o pertenecientes a algún grupo económico, comerciales controlados, o mediatización por conducto de periodistas favoritos y con prácticas que fácilmente se prestan a la corrupción, la comunicación del futuro deberá incluir también canales abiertos, democráticos y representativos de la voz ciudadana.
En el nuevo panorama comunicacional existen nuevos elementos que se perfilan como los medios necesarios para la transmisión de cierta información, sea la dirección de esta ascendente o descendente.
La mediatización de la comunicación institucional crea ciudadanos bajo una lógica clientelar, en la cual los espectadores (objetos de la publicidad) están destinados a conocer los productos del Gobierno, quien a través de sus instituciones transmite los mensajes necesarios para generar en ciudadano‐receptor la conciencia de que sus mandatarios‐representantes están trabajando por ellos.
En conclusión, la comunicación social se erige como una herramienta democrática fundamental en cualquier sociedad. Su influencia abarca desde la difusión de información y la promoción del debate público hasta la movilización ciudadana y la supervisión de las instituciones. La comunicación social empodera a los ciudadanos al proporcionarles acceso a información, fomentar la participación y actuar como un contrapeso contra el abuso de poder.
En una democracia, donde la toma de decisiones debe ser informada y representativa, la comunicación social desempeña un papel esencial en la promoción de valores democráticos, como la transparencia, la rendición de cuentas y la diversidad de perspectivas. La influencia de los medios de comunicación y las plataformas digitales en la política y la opinión pública es innegable, y su responsabilidad en el mantenimiento de la integridad democrática es significativa.
Sin embargo, la comunicación social también enfrenta desafíos, como la desinformación y la polarización, que requieren de una supervisión cuidadosa y una mayor alfabetización mediática por parte de la sociedad. En última instancia, la comunicación social como herramienta democrática se fortalece cuando se utiliza de manera ética, responsable y respetuosa de los derechos fundamentales, lo que contribuye al bienestar y la salud de una sociedad democrática.
“La comunicación social es el motor de cambio en una democracia, donde cada palabra y cada acción pueden encender la chispa de la transformación y construir un futuro más brillante para todos.” – Autor anónimo.
Referencia Bibliográfica

